Quien espera que la fortuna de la vida toque a su puerta corre el riesgo de convertirse en piedra. Uno no se detiene a pensar que cosas pueden salir bien o que cosas pueden salir mal. Los fantasmas del pasado hacen delicias de los indecisos, acechando con sus terribles recuerdos, arruinando presentes y destruyendo futuros. No podemos dar espacio al temor. La vida es ahora o nunca. Son momentos llenos de situaciones decisivas. Segundos que marcan la diferencia entre alcanzar la gloria o sentir el acido de la derrota. Arriesgar. Todo o nada. Apostarlo por lo que uno cree que le puede hacer feliz.
Es cierto que existe el temor natural al fracaso. Para nadie es un secreto que las posibilidades de fallar y sufrir en esta vida es muy alta. Pero este no puede ser un factor predominante en nuestras vidas. No podemos regir nuestra vida en malas experiencias o estupidas estadísticas. Debemos dejar el miedo a un lado. Ese fatal desasosiego a fracasar, a sufrir, y hasta morir no puede manejar nuestras vidas. Dejar el pasado reinar sobre el presente es darle una victoria al que nos ha puesto en desventaja. Darle el gusto de vernos de rodillas. No podemos darnos ese lujo. Debemos dejar crecer la semilla que ha sido puesta en nosotros. La decision esta en nuestras manos. Contar con los fantasmas del pasado o llevar una vida sin temores.
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