3. Recuerda siempre a aquellos a quienes sirves.
En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó a una mesa, la mesera puso un vaso de agua en frente de él. “¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?” preguntó el niño, “cincuenta centavos”, respondió la mesera. El niño sacó su mano de su bolsillo y examinó la cantidad de monedas que tenía, “¿Cuánto cuesta un helado solo?” volvió a preguntar.
Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente, “treinta y cinco centavos”, dijo ella bruscamente, el niño volvió a contar las monedas, “quiero un helado solo”, dijo el niño, la mesera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue.
El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio, allí puesto ordenadamente junto al plato vacío, había 15 centavos…su propina.
Recuerda: No hay personas grandes o pequeñas en este mundo. Tan solo el tamaño de nuestra amabilidad.
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