¿Qué importo esperar casi tres horas de pie ante el incesante frío y el dolor de una torcedura en el tobillo? ¿Qué importaba si la organización fallo en promoción y venta de entradas? ¿Qué afecto que no fueran “los titulares” del grupo? Nada de eso importo para los casi 2000 espectadores a dos funciones del día de ayer que se presentaron para el concierto de Hillsong en Costa Rica.
Fue una noche diferente. Un día especial. Como lo dijo uno de los guitarristas. “Esto no es un show o un espectáculo más, estamos en este lugar para adorar” Anoche no fue una noche para escuchar a uno de los grupos más reconocidos mundialmente por sus temas principales. Era una noche para adorar al único Soberano y Supremo Rey. Y así fue. Más de 2.000 gargantas levantando el nombre del único que merece toda la gloria y el honor: Jesucristo.
Hillsong London (presentes en la velada de ayer) son de otra altura. No solo a nivel musical, y por su manejo del escenario, sino en su esencia personal. Sus integrantes pertenecen sin miramientos a otro nivel. Cualquiera que haya estado anoche sabe de lo que estamos hablando. No se trataba de un buen juego de luces, de montar un show o de ser figuras en el escenario. Se trataba de marcar diferencia. Compartir entre amigos y hermanos. De salirse un momento de lo ordinario y aprovechar para adorar y glorificar al que nos ha dado la vida.
Gente de Colombia, Panamá, Estados Unidos, Londres, Suecia, Noruega, y Costa Rica. Un solo pueblo, sin importar lenguas o idiomas unidos adorando el nombre de Dios. Seguimos creyendo en ese sueño. Seguimos trabajando por verlo cada vez más real y tangible. El mundo es un buen lugar por el que vale la pena luchar.
Gracias Meli por ayudarme a descubrir tan impresionante grupo.
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