Desde mi ventana: Fue un 16 de Enero del 2003 (Seis años después mi ojos siguen viendo tu gracia y misericordia sobre mi vida)

Como olvidarlo. Se encuentra tan fresco en mi memoria como si hubiese sucedido ayer. Mi vida era un cumulo de experiencias vacías y sin sentido: conquistas, reconocimientos, laureles, placeres y gloria. Un viajero con una maleta llena de sueños rotos caminando por la autopista de la vida sin saber hacia donde va. Un barco a la deriva sin capitan y sin timón. Un hombre que lucha con todo y contra todos.

Así me encontraba yo hace seis años. Al borde del abismo. Perdido. Lo había alcanzado y probado todo más nada pudo llenarme. Nada me hacía feliz. Un vacío inmenso existía en mi interior y nada podía calmarlo. Hasta que lo encontré a él. O mejor dicho, hasta que Él me encontró a mi. Porque no puedo negar fui yo quien no le busco. Durante más de diez años intente escaparme de su protección. Correr de su presencia dandole la espalda. Hasta que choque contra un muro. Despedace mi vida. Quede a la deriva. Y estando ahí, perdido y desamparado por mis propios errores, su mano me levanto.

Fue un 16 de Enero del 2003. El día que mi vida cambió para siempre. Su abrazo me recogió de la miseria y la desesperación. Cuando nadie más creyó en mi (ni siquiera yo mismo) el puso su mirada sobre mi. Me tomo en sus brazos y me sacó del abismo que yo mismo había cavado. Mi vida nunca más volvió a ser igual desde esa noche.

- No se si existes. No estoy seguro de si me escuchas. Pero si realmente existes, sácame de la miseria en la que estoy y prometo darte todo lo que tengo. Sácame de donde estoy y te serviré toda la vida. Hasta mi último aliento de vida.

Siempre he creído que si me hubiera sacado de mis problemas con una sola palabra, hubiera quedado encantado. Si me hubiera salvado con una sencilla oración, me hubiese regocijado de por vida. Pero no quedo satisfecho con hablarme. Se acercó a mi. Su mano milagrosa me tocó. No soy un fanático religioso, pero nunca podré olvidar a quien se atrevió a tocarme. Es algo indescriptible lo que paso esa noche. En un instante, en un momento, la energía me llenó el cuerpo como el agua en un campo arado. Un fuego despertó en mi interior y mi vida nunca más volvió a ser igual.

Seis años han pasado desde ese día. Su misericordia nunca se ha apartado de mi lado. Muchas cosas han pasado en mi vida. He caído, he tropezado, pero su brazo eterno nunca me ha soltado. Hoy más que nunca estoy agradecido con la gracia que Dios ha tenido para con mi vida. Sinceramente jamás pensé que pudiera lograrlo. Sin embargo, alguien creyó en mi. Y gracias a Él es que hoy estoy aquí.

Nada de lo que he logrado en estos años es merito mío. Todo se lo debo a Él. Cristo es el número uno en mi vida, mi razón de ser. Él me ha bendecido poniendo el fuego en mi corazón para luchar. Por eso cada vez que que tengo la oportunidad, entregó mi cuerpo y mi vida en lo que hago.
Como dice la canción "Él es mi fiel amigo". Hoy mi único deseo es agradarle. Cumplió su promesa en mi y vivo para agradecerle. Sus caminos son mis caminos. Todo lo demás lo tengo por basura. ¿Porque? Por qué seis años después mi ojos siguen viendo su misericordia en mi vida.

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2 comentarios:

  1. Me has conmovido Pablo, me alegro de aquel reencuentro y de que aún, seis años después, continues por su camino. Besitos desde España.

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  2. Hermoso post! gracias por pasar por mi blog y compartir tu historia... un abrazo!

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Sobre el autor

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Escritor costarricense. Director de la Revista Level Up. Autor de la novela "El Hombre de la Rosa Negra" (ULACIT, 2009), y el microrrelato "Un café para celebrar" (Editorial Costa Rica, 2012). Actualmente se encuentra trabajando en su novela "Nueve minutos para la media noche" (2013).

Obras publicadas...



El Hombre de la Rosa Negra. (ULACIT) (2010) -Descargar-
Premio Joven Creación (Editorial de Costa Rica) (2012) - Descargar-

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