En la vida hay muchos sucesos que llaman la atención y que son imposibles dejar pasar categóricamente. Acontecimientos que te marcan y provocan el nacimiento de conceptos y prejuicios. Cosas que no tienen “sentido natural” a la vista y razonamiento de los nobles y sencillos.
Cuantas veces nos hemos hecho la siempre notable pregunta ¿Como puede ser posible que?… “ese bizco de ojos guachos ande que con la mujer que siempre me ha movido el piso” “que la rubia siempre consiga lo que quiere” “que le den el trabajo al primer imbecil que paso por la empresa y no al más capacitado” “que uno siembre el árbol y otros se coman la cosecha” Hechos insólitos. “Trabajos que no llegan” Ironías de la existencia. “Amores perdidos”. Metáforas de la vida. “El coyote y el correcaminos”.
¿Recuerdan aquella simpática e inocente fabula que veíamos de niños sobre un pequeño animal corredor de caminos (conocido también como el Accelleratii Incredibus) y un humilde y modesto coyote de campo desértico? (o según la nomenclatura de la Warner, Carnivorous Vulgaris). ¿La recuerdan? Cómo olvidarla.
El Coyote y el correcaminos. La loca pero divertida serie animada creada por Chuck Jones para los hermanos Warner y que se convirtió en un hito de la interpretación de la vida humana. Porque en realidad, amigos, después de muchos años de vida e ideologías representativas, de eso es que se trata esta fabula. Una “divertida interpretación” de Chuck Jones acerca del desenvolvimiento normal del ser humano.
Una metáfora para todo aquello con lo que nos damos de bruces en la vida, el precipicio por el que se caen todas nuestras pretensiones de justicia y equidad universal. El mismo precipicio por el que el Coyote caía acompañado por un silbido y acogido por una nube de polvo, cual metáfora animada, cada vez que el Correcaminos lograba escapar. Ironías de la vida. La ley del más fuerte contra el más imbecil.
Veamos con detalle la analogía sarcástica desarrollada por Chuck Jones. El Coyote es un tipo audaz, astuto e ilustrado en ciencias varias como macroeconomía y recursos humanos. Posee doctorados en ciencias políticas, técnicas empresariales, telecomunicaciones, ingeniería civil, química industrial, física quántica y uno que otro cursillo de origami y comida rusa para animales desierticos de tercer grado.
De otro modo y sin ser McGyver o un miembro honorario del A-Team, ¿cómo diablos un coyote consigue alguien armar una bomba con piezas ACME con la rapidez de un ingeniero chino? Además, no solo es un genio de la ingeniería mecánica, sino que también habla siete idiomas, de los cuales seis están muertos y el séptimo es una especie de lenguaje carcelario que sólo dominan su persona y el Padre Minor, de ahí que no diga una palabra en la pantalla.
Respecto al Correcaminos…que podemos decir… es tan sólo un maldito avestruz con plumas azules que tiene el coeficiente intelectual de una silla de madera y que no sabe hacer otra cosa más que correr por los caminos... Tipo estupido, imbecil, hijo de papi y mami que no posee una pizca de sentido común sobre lo que cuestan las cosas en la vida.
Y así se inicia la paradoja. La lucha siniestra del ser humano trabajador y emprendedor contra el estado y la estupidez de los demás. El duelo disparejo. Y la pregunta del millón ¿Por qué el Coyote, siendo tan listo, no se iba a comer a un restaurante tailandés dónde le sirviesen un poco avestruz? Respuesta fácil y compleja.
El Correcaminos es el Everest del Coyote. Su máxima aspiración, la culminación de los deseos de cualquier coyote mortal. El Correcaminos... como lo mencionamos anteriormente solo corre caminos emitiendo desquiciantes zumbidos ultrasónicos que destrozan el plancton marino y joden la cadena alimenticia. Estupido y desorientado ser que a pesar de lo ilustrado de los planes del Coyote, logra sobrevivir, esquivando sus ingeniosas trampas por pura y mera chiripa.
Como podemos ver, la metáfora queda así lista, el más listo y voluntarioso caía por el precipicio mientras el Correcaminos quedaba encumbrado por su graciosa imbecilidad. La tragedia diaria convertida en comedia infantil. Porque así es como sucede hoy en día.
En este mundo, muchos somos como el coyotes. Creyendo que la inteligencia, la sensibilidad o el esfuerzo son lo que nos recompensará con dulces frutos cuando nuestras simientes broten, pero seguimos viendo como ese orondo animal de bellota y plumas azules (jefe, compañero, o bizco ojos guachos de azar) se come los frutos que con tanto esfuerzo hemos intentado cosechar.
La filosofía de la vida convertida en una infantil metáfora de dibujos animados. La pertinaz persecución del Coyote en pos del Correcaminos es el símbolo de la perseverancia humana, la voluntad de perseguir aquellas metas que no consientes descartar, la búsqueda de la realización a través de la auto superación, el esfuerzo y el anhelos de nuestros sueños.
Un correcaminos que se goza y burla de los fracasos de los demás. Un coyote que a pesar de los golpes, fracasos y desánimos no se da por vencido. Que lucha por lo que quiere. Que sabe que la certeza de que el mundo gira gracias a aquellos que no se dejaron amilanar por las creencias mayoritarias, y que persiguieron SU verdad esquivando toda adversidad y oposición.
El Coyote es el reflejo de la esperanza de aquellos que siguen creyendo que la inteligencia, y esfuerzo y el empeño son las armas con las que el ser humano debe proveerse cuando sale cada mañana al mundo, y trata incansablemente de alcanzar sus sueños. Para conseguir sus metas. Para atrapar a su Correcaminos.
Porque algún día, tarde o temprano dejará de correr ese bribón... y ese día… con todo el respeto mis queridos amigos...ese será el día que le reventaremos el trasero a patadas.
Sigue corriendo Coyote... Sigue corriendo...
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