Desde mi ventana: Necesito zacate...

Es un grito que sale desde el fondo de mi alma. Quizás no sea la estrofa más poética ni el escrito más celebre que se haya formulado. Pero es lo que mi cuerpo pide a gritos. Necesito zacate. Lo extraño, lo espero, lo añoro. La verde textura de la flora. El olor de fresca montaña. Mi corazón desfallece por ella. Una sensación inevitable. El alma extraña su tierra. Pocas veces me había sentido como hoy. Necesito viajar a Atenas.

Sentarme en el balcón de mi casa y observar el atardecer. Sentir el contacto de mis manos con tierra húmeda y llena de vida. La briza de la mañana acariciando mi cara. Descansar a la sombra de un viejo árbol de mango. Alejarme un poco de esta selva de concreto y correr como un animal libre por los senderos de mi pueblo. Olvidar agendas, planes y proyectos. Perderme en montaña. Viajar al interior de mi alma.

Saborear el olor de mi tierra. Sentir el calor de mi gente. Caminar por el parque contemplando la belleza del cielo nocturno. Saludar a los amigos. Visitar a los primos. Comer comida casera. Visitar a mi abuela. Conversar con mis padres. Jugar con mi hermano. Salir a caminar a mis perras. Correr tras un balón. Estar en mi pueblo. Mi corazón lo pide a gritos. Necesito zacate. Extraño Atenas.

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