Ciertas cosas nunca cambiarán...

Como árboles en medio del bosque que permanecen o mueren de pie, nuestra historia, lo que somos, los que fuimos y que seremos permanece inamovible al paso del tiempo. No importa la distancia, la lejanía, o la llegada de nuevas generaciones, no es nuestro nombre lo que importa, sino nuestros actos los que nos definen.

El fin de semana me robaron el celular. En mi propio pueblo. Un descanso en medio de un partido de Fútbol 5, en el mismo lugar donde viejos guerreros se resisten a dejar existinguir la pasión de sus corazones, fue suficiente para que alguien tomara lo que no es suyo, y el Motorola K1 desapareciera como por arte de magia ¿Primero que se va a como vino? No. Pero si el primero que me roban en Atenas. Y eso no podía quedar así.

Esa misma tarde se dio la voz de alarma en el viejo barrio. Y la historia que se construye con sangre, sudor y barro no se olvida facilmente. "Respeta trayectoria chico" nos decían los viejos lobos de mar cuando eramos tan solo unos "chamacos". Una regla de oro que permanece escrita en la piedra hasta nuestros días, como uno de los más viejos e importantes mandamientos dentro de la ley de la selva callejera. Una ley que tuvimos que hacer valer.

Tres cosas tiene un hombre que no puede negociar: su vida, su mujer, y su honor. Bastaron un par de horas para que un viejo lobo "tocara las puertas correctas" y diera con su presa. No importa cuanto tiempo haya pasado, lo mucho que te hayas alejado, o que algunos te haya olvidado. Lo que hay delante y detrás de nosotros es insignificante comparado con el poder que llevamos en nuestros adentros.

Ayer por la noche recupere mi celular. Con mis propias manos. Definitivamente ciertas cosas nunca cambiarán...