Donald J. Trump es lo peor que le ha pasado al Partido Republicano en toda su historia. Y como tal, el G.O.P. debe alejarse cuanto antes de todas sus acciones, apelar a la dignidad del Partido, abrazar la enmienda 25 y extirparlo de sus filas para siempre. Ese, es el único camino para que los republicanos puedan empezar la reconstrucción de un partido y una democracia en cenizas.
El asalto al capitolio, es lamentablemente, la gota que derrama el vaso en uno de los capítulos más surrealistas que E.E.U.U. haya vivido en su historia. Al mejor estilo de los gobiernos de extrema izquierda y derecha en Latinoamérica, #DonaldTrump está dispuesto a quemar el país -y el mundo entero-, con tal de no renunciar al poder.
Y esa, es una lección ajena que como país no debemos omitir o dejar a la ligera. Lo que E.E.U.U. vive hoy, son las consecuencias de poner en la silla presidencial a un candidato de extrema, egocéntrico, ignorante y obsesionado con el poder. Costa Rica no es ajena a repetir este modelo y caer fácilmente en un gobierno de extrema.
La caída libre de nuestra economía, las secuelas de la pandemia y la crisis fiscal, la ausencia de un plan de recuperación económica y la moral desinflada de un pueblo que sigue siendo sometido a impuestos desiguales mientras el aparato estatal no deja de aumentar la deuda pública y el olvido de todo lo que está fuera del GAM, son factores determinantes que no se pueden pasar por alto
Por eso, lo que está viviendo E.E.U.U, debe llamar a la reflexión interna. La mecha está mojada de gasolina y solamente hace falta una chispa: un populista de extrema o un alguien que sepa manipular a su favor el voto religioso y podríamos estar viviendo en carne propia la suma de todos nuestros miedos.
La soberbia nos hizo creer que Donald Trump en el despacho Oval era algo imposible. Todos y cada uno de nosotros, sobrestimamos un sector de la sociedad que estuvo silenciada por 8 años y al final, en un momento de incertidumbre hizo que nos terminará explotando en la cara. Muchos hoy se agarran la cabeza y se pregunta como algo tan bizarro es siquiera posible.
Sin embargo, la respuesta es simple. Encimados en los logros que habían alcanzado, se nos olvidó lo más importante: "La paz te ha costado tu fuerza. La victoria, finalmente te ha derrotado". Y ese, es un lujo que, como nación, no podemos darnos.
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