Desde mi ventana: La última batalla...

La bestia avanza lentamente sobre el desierto, sedienta de sangre. Mi sangre. Su mirada se cruza con la mía.  Mi mano se posa sobre la espada que yace incrustada en la roca. La bestia se apresura con furia. Sus pies se despegan de la arena. Salta sobre mi. La espada permanece en el aire...

Una batalla interminable. Incontables noches en medio del desierto y absoluto silencio. Contemplo en el espejo el rostro desgastado que difiere de aquella risa juvenil que por años me ha caracterizado. El paso de los años no perdona.  He recreado mil veces esta escena en mi cabeza. Todas y cada una de ellas con un final lejos de lo acontecido. Hoy mi mente permanece en blanco. Vuelvo a ver hacia el horizonte. La mañana está cerca. Siento el corazón al borde del colapso. Mi cuerpo cae sobre la arena. Me cuesta trabajo creerlo. 

Tantas veces me mataron.

Tantas veces me morí.

Sin embargo, estoy aquí.

Resucitando... (M. Sosa) 

Sangre, sudor y lágrimas.  La bestia permanece inmóvil sobre la arena. La espada incrustada en su pecho no miente. Después de batallas eternas en medio de las sombras. De tiempos de silencio y oraciones sin aparente respuesta. Finalmente, todo ha terminado. Ocho años después de haber iniciado esta interminable carrera. Hoy, oficialmente puedo decirles que soy un egresado de la carrera de Ingeniería Industrial. No hay palabras que pueden describir este momento. Una gota cae sobre la roca. Le siguen dos en el camino. Puedo escuchar a través de los truenos el latido del cielo. Todas las tormentas que he estado persiguiendo, están a punto de llover está noche.

Un sueño inalcanzable. Los recuerdos son difusos. A lo lejos la voz de una maestra de escuela que profetizaba a los cuatro vientos que la pequeña criatura con déficit atencional y problemas de dislexia nunca podría escribir más de seis palabras en un pedazo de papel, contrastan con las palabras de un madre, un padre, un hermano y cuatro ancianos supieron cultivar un sueño en el corazón. A lo largo de los últimos veinte años me he aferrado a sus enseñanzas. "Nunca permitas que las circunstancias del momento te impidan hacer con tu vida algo realmente extraordinario". A lo largo de una vida he encontrado en amigos y amigas, las palabras adecuadas para mantener vivo ese sueño. Gracias a ustedes, nunca estuve solo. Finalmente después de tantos años, puedo retribuirles la confianza que fue depositada. Editorial de Costa Rica, ha publicado en su obra "Antología de microrrelatos, Premio Joven Creación" mi primer micro-relato.

Si, al decir de Cortázar, la novela gana por decisión y el cuento por knockout, el microcuento gana de un solo golpe. Rapidez y contundencia, esa es la fórmula. Veinte microrrelatos que han pergeñado veinte jóvenes escritores de nuestro medio. Mejor dicho: veinte golpes, veinte gestos - Alí Víquez, jurado Premio Joven Creación. 2012.

Dios tarda. Más nunca falla. Una vez escuché a mi abuelo decir que no hay sacrificios y esfuerzos que sean olvidados en el cielo. Que todo aquello que hemos creído con el corazón es posible alcanzarlo a base de coraje, honor y valor. Con los años he descubierto que el viejo tenía razón. Mi madre y mi padre tampoco se equivocaron en sus enseñanzas. "Pablo, ocúpese de Dios y sus asuntos, que el se encargará de los suyos. Trabaje, esfuércese. La recompensa llegará. Dios tarda. Más nunca falla." Tenían razón.
Como si se tratase de una obra maestra a la que alguien quiere darle un grandioso final. Dios nos ha permitido a mi amiga y compañera de batalla -esa maravillosa ayuda idónea que ha cargado con mi corazón en los momentos en que las piernas ya no tenían fuerzas-, unirnos a finales de este año en sagrado matrimonio. Quienes me conocen, saben que no puedo estar más agradecido con Dios por tan maravilloso regalo. Para todo hay un tiempo en esta vida. Y su tiempo es perfecto. Y es justo lo quiero recordarles en este día.

En este vida hay un tiempo para todo. Un tiempo para cegar, tiempo para cosechar. Esfuercen y sean valientes mis amigos y amigas. Que la cosecha es inconmensurable. En medida llena y abundante. Pase lo que pase, nunca dejen de luchar por lo que quieren. Cualquiera se puede rendir menos ustedes. Y recuerden: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás llegará por añadidura". Quien les escribe en este momento les asegura que cada esfuerzo, cada sacrificio realizado a lo largo del camino vale la pena. Nunca lo olviden. Dios tarda, más nunca falla. Sigan luchando. Hasta el final. Nuevos retos vienen. Sueños cada vez más grandes. Esto es solo el comienzo. Gracias por estar siempre a nuestro lado. Nos veremos pronto. Un abrazo a la distancia. ¡Felices fiestas!