Desde mi ventana: Nunca olvidaré esa noche...

Una línea blanca sobre el piso rojizo. Puedo ver sus manos sosteniendo la tiza en el aire. Le escuchó hablar. Apenas puedo distinguir sus palabras. Mi mente se encuentra lejos de ahí. El corazón libra una batalla en el interior. Mis manos sostienen la silla de metal como el último pedazo de madera al que un hombre se aferra para no naufragar en alta mar. Cinco años han pasado desde que dimos el primer paso. Una sencilla noche de verano. Tres jóvenes experimentando con una botella de vodka y una bolsa de éxtasis. El principio del fin. Un viaje sin retorno. Mucha agua ha pasado debajo del puente desde ese día. Los resultados no mienten. A los reyes de la calle la vida los llevó por caminos diferentes. El murió en diciembre. Un disparo a la cabeza en un fallido asalto. Ella tampoco corrió mejor suerte. Una sobredosis la sacó del barrio antes de cumplir los dieciocho años. Hoy el último sobreviviente se encuentra frente a una línea de tiza dibujada recientemente. Sus palabras me sacan de mis pensamientos.

- Está podría ser tú última oportunidad -dice mientras sostiene el pedazo de tiza en sus manos-. Es tú decisión. Tan solo tienes que dar el paso.

¿Por qué? Es la única pregunta que ocupa mi mente. Mis ojos se concentran en el remiendo de la chaqueta. Los recuerdos siguen frescos en mi memoria. El salto libre a una mano sobre esa vieja valla de metal. El disparo en la oscuridad. El hueco a un costado de la chaqueta. Eres un maldito con suerte. Me dijo una vez mi compañero. Deberías haber muerto esa noche. Tiene razón. Sin embargo sigo vivo. ¿Por qué? Me lo he preguntado mil veces frente al espejo. Dos intentos de asesinato. Ninguno ha dado resultado. ¿Por qué ellos? ¿Por qué no yo, eh? ¿Por qué te resistes a darme muerte? ¿Por qué Dios?

Dios. En mi rostro se esboza una sonrisa. No puedo evitarlo. Han pasado cinco años desde la última vez que mencioné su nombre. ¿Dónde estaba él cuando más lo necesitaba?. El tiempo pasa demasiado rápido. Debiste haberme dejado morir esa noche. Te hubieses ahorrado todos los problemas que te he causado. ¿No? La línea se ve cada vez menos lejos. ¿Cuántos vidas inocentes se hubiesen salvado de la desgracia si tan solo hubieses acabado con mi existencia? Mis pies no pueden sostenerme. ¿Has hecho la cuenta Dios? La lista es realmente interminable. ¿Has pensado en eso? ¿No te atormenta cada noche el haberme dado la vida?. ¿No?. A mi sí. Cierro los ojos. Mis rodillas se derrumban sobre el piso. ¿Por qué simplemente no me dejaste morir esa noche?

- Escúchame. Es contigo que hablo -dice el hombre de la tiza-, es hora de dejarlo todo atrás. Déjalo ir.

Abro los ojos. No puedo verle. De repente lo entiendo. Estoy llorando. Me parece una ironía. Aún recuerdo la última vez que una lágrima cruzo mi rostro. Parece que ha trascurrido un milenio desde eso. Tenía tan solo ocho años. Vaya número, vaya año. Todo sentimiento se borró esa tarde. Se fue junto con todo lo que creía. Me lo juré a mi mismo. Nunca más lloraría. Por nada. Por nadie. Y ahora no puedo evitarlo. Lloró como un niño, al igual que lo hice esa tarde encerrado en el cuarto. Mi boca no puede mencionar su nombre.  Mi rostro se cubre en las sombras. Mis huesos están secos. Han pasado muchos años. Demasiados errores. Demasiado para un solo hombre. Una carga que ya no puedo soportar.

- Dios déjame ir -mis palabras son las suplicas de un moribundo-. Déjame ir. Si realmente existes. Sácame de donde estoy. O tan solo déjame morir...

Mi cabeza se separa unos centímetros del suelo. El puño se cierra. Mi clamor se eleva hasta el cielo.

- Sí realmente existes, sácame de donde estoy. Y te serviré hasta mi último aliento de vida. Quiero dejar todo atrás. Pagaré lo que tenga que pagar. Pero quiero dejar todo atrás. No más. Por favor. 

Una mano se posa sobre mi hombro. No puedo verle. Pero su voz es inconfundible. Sus palabras son como agua recorriendo un campo árido.

- No te dejé morir esa noche -me dice al oído-, porque aún no he terminado contigo. Confía en mi. Dame la mano. Cruza la línea. Y no mires nunca más atrás.

Mis ojos buscan su rostro. Puedo verle. Mi cuerpo se endereza lentamente. Secó las lágrimas. Doy el paso. Uno completamente diferente. No distingo la línea. Nunca más vuelvo a ver atrás...


Diez años. Muchas cosas cambiaron esa noche. No los voy a engañar. Nada ha sido más fácil desde ese día. Al contrario. Una batalla interminable se desarrolla cada día desde el momento en que abro los ojos hasta la noche en que pronunció su nombre agradeciendo el milagro de estar vivo. He ganado, he perdido. Más nunca he vuelto atrás. Y hoy, exactamente diez años después de haber dado ese primer paso, agradezco a Dios y las personas que me han acompañado a lo largo de este odisea para alejar mi alma de las puertas del hades. Jon y Jennifer Dahlager, su obra es imborrable. A mi padres, esposa y hermano. A los chicos y chicas que HIMAD. A cada una de las personas que he conocido en este grandioso viaje, cuya la lista es interminable, pero igualmente los llevo en lo más profundo de mi corazón. Jamás podré olvidar todo lo que han hecho por mí. Nunca he estado solo. Nada hubiese sido posible sin ustedes. Un abrazo a la distancia.


9 comentarios:

  1. De verdad que Dios todo lo hace bien, en su momento, y para siempre!!! un abrazo!

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  2. Gloria a Dios por eso Pablo. Sigue adelante!

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  3. La gracia del Señor hecha acción!! Gracias Pablo por detallarlo!

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  4. Cuánto recuerdo esa noche. He estado celebrando los 10 años desde la semana pasada. Gracias por contar la historia. Adelante amigo, y gracias a Dios por su gracia y poder!!

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  5. "Aún no he terminado contigo" la mano de Dios operando en en ser imperfecto. Gracias por compartir.con todos el Poder de su Amor.

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  6. Que hermoso y FIEL es Dios, "Si realmente existes. Sácame de donde estoy y te serviré hasta mi último aliento de vida" Te quiero amigooo un abrazoooteeeee.

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  7. que precioso relato, es lo que solo el hace a través de esas pequeñas cosas, que bueno fue leerte me ha llegado al corazón , un fuerte abrazo.

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Sobre el autor

Mi foto
Escritor costarricense. Director de la Revista Level Up. Autor de la novela "El Hombre de la Rosa Negra" (ULACIT, 2009), y el microrrelato "Un café para celebrar" (Editorial Costa Rica, 2012). Actualmente se encuentra trabajando en su novela "Nueve minutos para la media noche" (2013).

Obras publicadas...



El Hombre de la Rosa Negra. (ULACIT) (2010) -Descargar-
Premio Joven Creación (Editorial de Costa Rica) (2012) - Descargar-

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